EL CULTO FUNERARIO

Como todos los pueblos que habitaron América antes de la llegada de los españoles, los agustinianos dieron una importancia fundamental al culto de los muertos; de ellas dan cuenta las estatuas, tumbas, sarcófagos y elementos funerarios hechos para honrar a sus antepasados y para servir de enlace entre las divinidades, los seres vivos y quienes habitaban en el mas allá.

Los muertos eran puestos en una bóveda cubierta con lajas de piedra, muchas veces decoradas. Se encuentran conjuntos funerarios muy elaboraos con sarcófagos monolíticos, estructuras de piedra muy trabajadas y espacios para ceremonias rituales. Una forma típica de enterramiento consiste en una estructura de piedra que tiene al frente una figura de carácter felino para proteger la entrada; el túnel conformado por lajas de piedra en forma de dolmen, remata en la cámara funeraria dentro e la cual está el sarcófago.

Los elementos de la naturaleza tuvieron gran importancia dentro de las creencias de este pueblo: el agua, el sol, la luna, la tierra, la lluvia y una serie de animales como felinos, aves rapaces, murciélagos, lagartos, peces, ranas, serpientes, monos y figuras humanas fueron combinados con una fauna fantástica para crear esculturas que representaban seres revestidos de poderes mágicos con funciones simbólicas de carácter religioso. El culto del jaguar, deidad asociada con la fuerza creadora y con el crecimiento cíclico de animales y plantas, ocupó un lugar fundamental dentro de su mitología. Era una fuerza vital ambivalente, cuyos atributos son opuestos: procreación y destrucción, luz y oscuridad, orden y caos, bien y mal.

Para elaborar las esculturas utilizaron piedras de origen volcánico – andesita, basalto o dacita – que se encuentran en el suelo y subsuelo de la región; para tallarla utilizaron lajas y posteriormente pulían las superficies con arena.

HUILA